Desde que a principios de 2017 cambie de equipo fotográfico desde mi marca de siempre (Nikon) al sistema micro cuatro tercios de Olympus, no he podido estas más contento con esa decisión, mi espalda lo ha agradecido enormemente (cargar con mochilones pesados en travesías por montaña con desniveles de 700, 900, 1000 metros, mi espalda y mis rodillas lo estaban notando y mucho), pero sobre todo por su inmenso sistema de estabilización de imagen, que hace que en más del 90% de mis fotografías no tenga que usar ya el trípode y me pueda ahorrar también sus 3,5 kg de peso en la espalda. Todo era total y absolutamente maravilloso hasta agosto de este año.
A finales de julio y principios de agosto de este 2018 realicé un viaje fotográfico a la maravillosa Costa Rica (en un futuro cercano os mostrare en una serie de post lo conseguido), un lugar idóneo para exprimir las características del equipo Olympus y poner en valor su sellado, en este destino sobre todo contra la humedad. El equipo con que me desplace fue: cuerpo OM-D E-M1 Mk.II, 60mm macro f2,8, 12-40mm f2,8 PRO, 40-150 f2,8 PRO y multiplicador 1,4x. Lo cierto es que todo iba de maravilla y consiguiendo algunas imágenes interesantes, hasta que un poco antes de mitad de viaje durante un trekking por el bosque lluvioso cerca de la frontera con Nicaragua, la cámara empieza a hacer las fotos así:
Como ya imaginaréis casi me da algo en medio de la selva Costaricense, las condiciones ambientales eran de unos 32ºC de temperatura con una humedad entorno al 94%, comienzo a examinar el equipo y en el cuerpo de la cámara no encuentro nada anormal, pero en el objetivo si, resulta que se ha formado condensación en el interior del objetivo ( Zuico 60 mm macro f2,8), obviamente obteniendo esas imágenes no puedo utilizarlo así que continuo el trekking apañandome con el resto del equipo y un disgusto de padre y muy señor mio.
A la mañana siguiente ¡¡ oh milagro !!, el objetivo ha vuelto a la total normalidad y funciona perfectamente, no hay ningún tipo de daño y sigue haciendo las fotos con la calidad habitual, me quedo muy mosqueado y pensando en un fallo del sellado de la lente y prosigo mi viaje sin más problemas. Pasados unos días sin ningún tipo de problema con el equipo llego a otro de mis destinos, en este caso se trata de la Reserva Biológica de Monteverde con un ecosistema de bosque nuboso de altura. En esta localización tenía preparada una salida nocturna con el fin de fotografiar algo de la fauna que es imposible observar durante el día, para esta ocasión me decanto por usar el objetivo Zuico 12-40 mm ED f2,8 PRO, este objetivo aunque no es un macro permite mucho acercamiento y me daba más juego para emplearlo con el flash.
Aquí tenéis una imagen sin editar del principio de la salida nocturna:
Pero un rato después con unas condiciones ambientales de entorno a 16ºC y una humedad del 99% comienza mi desesperación y aquí tenéis el por qué (imagen sin ningún tipo de edición):
Como podéis observar de nuevo aparece la “niebla” que no es otra cosa que condensación dentro del objetivo otra vez, en este punto ya me mosqueo mucho y tengo que dejar de fotografiar pues con el objetivo en esas condiciones es una perdida de tiempo, me dejo la cámara colgada al cuello e intento disfrutar de la salida nocturna lo máximo posible mientras mi cabeza no para de dar vueltas al porque ocurre esto si se supone que el equipo está sellado. Pasado un rato localizamos una especie muy interesante, se trata de una paloma-perdiz costarricense (Geotrigon costaricensis) dormida en su posadero, se trata de un endemismo de Costa Rica y Panama así que por lo menos quiero llevarme un recuerdo del avistamiento, le hago la foto y compruebo una cosa realmente curiosa, ha desaparecido parte de la “niebla” y solo queda una mancha lenticular en el centro de las lentes, podéis verlo en la imagen a continuación:
Esta forma particular de ir desapareciendo la condensación (de fuera hacia el centro de las lentes) me llevo a pensar si tendría que ver con la temperatura, no con la temperatura ambiente si no con la transmitida por mi mano. Veréis, yo tengo como costumbre (no se si buena o mala) que cuando llevo la cámara colgada al cuello, para evitar sus continuos movimientos contra el pecho al andar por el monte y protegerla algo en en la medida de lo posible, sujetar el conjunto cuerpo/objetivo teniendo una mano alrededor del objetivo dejando que el peso descanse sobre la correa de cuello, así al mismo tiempo estoy preparado para poder hacer una fotografía en muy poco tiempo. Pues bien, parece ser que al calentar el objetivo con mi mano, obviamente a temperaturas cercanas a los 41ºC y con unas condiciones de humedad ambiental tan extremadamente altas, por algún motivo que no consigo entender, el aire atrapado en el interior de los objetivos sellados se condensa en las lentes y produce los efectos que habéis podido observar en las imágenes, dejándolos inservibles por un periodo de tiempo indeterminado hasta que recuperan el equilibrio X de temperatura/humedad y la condensación desaparece. Cierto es que esto solo me ha ocurrido en estas situaciones tan particulares, aquí (España) la cámara y objetivos han trabajado perfectamente tanto bajo cero como con temperaturas por encima de 40ºC, y también es cierto que parece ser una situación que afecta a un número indeterminado de objetivos Zuico para micro 4/3, a mi en concreto a dos de tres, con el Zuico 40-150 ED f2,8 PRO no tuve ningún problema. Así que ya sabéis, si vais a realizar algún viaje fotográfico a alguna zona tropical con vuestro flamante equipo Olympus micro 4/3, recordad este artículo y os evitaréis perder alguna que otra foto hasta que los objetivos recuperen su estado normal.
Espero que lo expuesto os sirva de ayuda y ¡¡ buenas luces para todos !!.
P.D.: Si os ha parecido útil el artículo os agradecería que lo compartieséis, así quizás le podamos ahorrar a alguien algún disgusto.
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